Incierta situación la de los 180 bomberos, soldados y técnicos nucleares que, en turnos de 50, están arriesgando su vida para controlar la central de Fukushima (en una de las provincias devastadas por el terremoto y el posterior tsunami). Hasta jubilados voluntarios se han sumado a los trabajos en las últimas horas. Japón trata a toda costa de evitar una catástrofe nuclear que empeore el desatre. La Organización Internacional de la Energía Atómica advierte que la situación es «inestable» y recuerda que en Chernobyl los equipos de emergencia que recibieron altos niveles de radiación murieron semanas después.
Preocupa sobre todo el estado de quienes están llevando las tareas de refrigeración del reactor desde el principio. 20 están ya contaminados —varios de ellos graves— según el OIEA… que ha confirmado también la desaparición de otros dos operarios durante estos trabajos. Todos ellos pueden estar expuestos a radiaciones de hasta 5 sieverts, varios miles de veces la radiación que soporta normalmente una persona.
Un sacrificio por el que los japoneses les llaman ya “los héroes de Fukushima”.